…ir más allá del Horizonte
Las recientes declaraciones de Federico Valdés, presidente de Azul Azul, en el Suplemento Deportes de El Mercurio, grafica de manera evidente la estrecha visión y falta de creatividad que aún prevalece, aunque se trate de administradores S.A. para gestionar el Fútbol como industria. Esto resulta más desalentador cuando asumen la dirección de instituciones que han vivido y sobrevivido de su universo simbólico en los peores momentos de su historia como lo es el Club de Fútbol Universidad de Chile.
Hoy en día, negocios y universos simbólicos van de la mano en la gestión del fútbol moderno. Lo sabe Boca Juniors, Colo Colo, el Real Madrid y cualquier club en el mundo que se precie de ser popular en su país como lo es el caso también de Universidad de Chile.
Nada esperanzador, ni práctico, ni lógico para el universo simbólico que representa la U resultan las declaraciones de Valdés tanto para hinchas, adherentes y futuros accionistas S.A., señalando que “puede ser que la U nunca tenga estadio propio”. Más aún cuando los argumentos que esgrime son falaces e ignorantes, como por ejemplo que “haciendo de local en Viña o en Valparaíso estamos ampliando nuestras bases de hinchas en la segunda zona más importante del país”. Puede ser perdonable tal vez, que el planteamiento venga de un novato en el negocio del fútbol, ya que la U históricamente juega de local, no solo en estas ciudades, sino a lo largo de todas las provincias de Chile donde se juega fútbol profesional. De ahí nace y se ha mantenido por años la popularidad de este club históricamente. Por lo tanto, nada nuevo bajo el sol.
Por el contrario, lo que hace la actual forma de pensar de su dirigencia es desperdiciar el tremendo negocio de tener estadio propio para un club de este nivel de popularidad. La Bombonera, El Monumental, el Santiago Bernabeu o cualquier estadio de club grande están íntimamente ligados al universo simbólico del club y al negocio que los coliseos representan por concepto de borderó u otros eventos masivos que pudiesen exhibirse en un estadio Word Class, que por cierto, en una gestión de negocios moderna no solo se generan ingresos por los partidos de local que juega el club.
Al señalar Valdés que “nuestro lugar definitivo por varios años será el Estadio Nacional” nuevamente asume con estrecha visión el concepto de estadio propio, evidenciando, que de la U no se hicieron cargo verdaderos empresarios con planes de inversión y gestión estratégica de negocios, sino, simples administradores de lo existente. Al respecto, es sabido que la disposición de este recinto no depende de la U, sino de sus actuales administradores (Chiledeportes), que no necesariamente aplican criterios que privilegien el fútbol para su mantenimiento y gestión patrimonial. También es conocido lo perjudicial para el club el tener que aplazar partidos al no contar con recinto donde jugar o dejar de recibir más recursos por no disponer de recintos adecuados. Ambas situaciones minan las posibilidades de crecimiento de la institución y afectan colateralmente el rendimiento deportivo del equipo de fútbol.
Argumentar que el factor económico es el gran obstáculo para pensar en un estadio propio es confirmar que la U como institución deportiva, con su nueva administración por 30 años, está en manos al parecer de inexpertos en el fútbol como negocio. Decir que “es un proyecto que requiere hartos recursos y cuyo retorno no es muy claro”, evidencia que en realidad no tienen estudios serios y acabados sobre la materia, algo lamentable en directivos que pretenden ser administradores modernos del fútbol. A fin de cuentas, parece ser más de lo mismo en lo que a dirigencia le ha tocado vivir a la U.
Queda de manifiesto también su falta de rigor en materia del fútbol bussines. A lo mejor dentro de su carencia de visión, no entienden cómo hoy en día se construyen estadios Word class, cómo se gestionan las alianzas estratégicas con mega empresas y la rentabilidad de estos planes de inversión.
La nota de El Mercurio señala que en una oportunidad les fueron ofrecidos terrenos en la Comuna de Peñalolén, por lo tanto, tampoco es signo de excusa la falta de lugares, más aún cuando entre sus principales inversionistas hay gente que tiene experiencia en sistemas de concesiones para mega obras y la gestión privada de éstas, así como propietarios de terrenos privilegiados que, hoy en día, no representan importantes ganancias como recintos deportivos para sus dueños, tal es el caso del Club Hípico. Es decir, dentro del propio patrimonio de sus accionistas tienen más de una solución. Imaginarse un estadio World Class de la U en los actuales terrenos del Club Hípico potencialmente representa un negocio estratégico para los actuales inversionistas, si es que primara una visión institucional en Azul Azul a la par con el universo simbólico que representan.
Un recinto que como parque, albergue el estadio y las instalaciones deportivas y, junto con ello, espacios tipo mall con una diversidad de servicios para el público y el consumo, sin duda hace más atractiva la inversión y su retorno. ¿Por qué no pensar en un recinto abierto los siete días de la semana? ¿Acaso los mall, son un mal negocio en Chile? Si los directivos de la concesionaria Azul Azul descubrieran entre ellos que las bases del capital para futuras inversiones está fuera de los límites auto impuestos por ellos cuando piensan en gestionar el fútbol, otras cuentas sacarían. La clave está en el propio himno de la institución…”Ir más allá del horizonte…”
Es más, si en la negociación por los derechos de uso del nombre “Universidad de Chile” tuvieran la capacidad de verse como socios con la casa de estudios de Bello, otras posibilidades y alternativas se les abrirían. Al contrario, aún prevalecen los esquemas de hacer negocios, ganar-peder o perder-perder en la actual gestión de esta directiva. Recordemos que la Universidad de Chile, que por cierto, es la casa de estudio más tradicional e importante del país, posee disponible, desde el término del gobierno de Aylwin, los terrenos del Parque Caren, muy cerca del Aeropuerto más importante del país, cerca de todo, incluido la Región de Valparaíso, zona también adecuada para desarrollar una alianza estratégica con la casa de estudio, cuya finalidad sería afianzar la relación institucional (marca incluida) con la casa de estudio y de paso contar con la posibilidad de tener estadio propio a minutos del aeropuerto internacional, convirtiendo al recinto en un nuevo polo de atracción e inversiones en la Región Metropolitana.
Definitivamente no hay alas para volar alto en Azul Azul. No hay ideas, no hay proyectos reales, con investigaciones profesionalmente elaboradas, ya que es otra falacia por parte de Valdés el hablar del “proyecto deportivo” De esto debe tener menos idea aún, el actual prorrector de la Universidad del Desarrollo, ya que tampoco se atreve a profundizar más en estos temas, que supuestamente representan la prioridad actual de Azul Azul. Obviamente más de lo mismo, palabras, ideas que no trasuntan en proyectos y planes de inversiones reales y efectivas. Al parecer las palabras “millones de dólares” no están en el diccionario de los actuales directivos a la hora de inversiones y retornos en el negocio del fútbol.
Por otra parte, aspirar a “remodelar” el Santa Laura, junto con un club menor es ya caer en la falta de imaginación al máximo, y, al mismo tiempo, delata entre sus directivos, no comprender el fenómeno social que representa la U por si sola. Tal vez, de los pocos fenómenos sociales con vida y vuelo propio que tiene el país en su patrimonio cultural – deportivo, fenómeno que trasciende todas las adversidades y, que bien articulado como negocio, generaría dividendos positivos para el deporte nacional.
El nivel de mediocridad empresarial al parecer no tiene límites. Aquí “realismo”, como sugieren los actuales directivos, va de la mano con incapacidad de producir negocios. El universo simbólico que es el verdadero capital de la U, con los actuales códigos que exhibe el fútbol moderno, pondrían en circulación las palabras millones de dólares y con ello, los éxitos deportivos seguros, con planes deportivos efectivos y no de palabras, entre otras cosas inversiones en las divisiones inferiores con equipos técnicos, profesionales de las ciencias del deporte y especialistas en educación en valores y en el desarrollo de habilidades sociales a la par con el aprendizaje técnico deportivo. Inversión que sin dudas, pondría en el cotidiano de la institución no solo vender jugadores a buen precio al mercado europeo, sino que a personas íntegras, que asegurarían la rentabilidad de cualquier inversionista.
Boca Juniors tiene cementerio para sus hinchas, flotas de taxis para sus adherentes, y un sin fin de negocios que los hacen ser grandes, flexibles y modernos como empresa deportiva. Otros clubes negocian alianzas estratégicas con mega empresas para construir sus estadios World Class, en cambio, los actuales dirigentes de la U, al parecer su posicionamiento en la dirección del fútbol S.A. no parece exhibir un cambio drástico y estratégico, siendo que administran una de las marcas más conocidas en el mercado nacional.
El que la U tenga su propio estadio, no es un sueño, sino una posibilidad concreta y un negocio redondo si es que se concibe desde una gestión con visión estratégica del futuro. La U pierde mucho sin estadio, se precariza como negocio. Con estadio, una gestión moderna no tendría necesidad de gastar lo que por cierto no tienen, sino invertir y rentabilizar su inversión desde el día uno en base a alianzas estratégicas inspiradas en una estrategia ganar-ganar. De eso, evidentemente los actuales directivos de la U reprueban el examen para dirigir un negocio potente y con una pasión explotable tan grande como el azul del cielo.